CAPITULO DOS
JP, aun verde, mientras caminaba soplaba al viento algún colchón de algas
No firmaba y no pagaba ;
Los soles en su universo expuesto brillaban cada día con mas intensidad , su mirada más veloz ( todo más simple en quien desconfiar)
Y así andaba ..., buscando al tiempo , deseando, olvidando pasos
Queriendo llegar ... alguien sabrá donde
La radio con su mímica enterraba vidas, en un eterno claro de dolor,
Allí los cielos fueron las cobijas...
Cuando intentaba regresar, él sí sabe donde.
A su aspecto JP rasguñaba invisibilidad, buscaba elevarse hasta el cielo, bajar a los infiernos, borrar poco y nada, correr a la montaña.
Salir no sintiéndose, volver y descansar, tirar las paredes y escupir sus escombros, llorar dejando que las lágrimas mojen, sentir la piel, su ripio...
caminar,
saltar y caer dejando al silencio que grite lo suyo sin forzar
Tragar lo amargo
Dar lo que merece, tener nada por jugar con todo
Perder,
Saber ganar, perder saborear.
Respirar y dejar de hacerlo cuando el fuego queme la yema de sus dedos y ardiera gran parte de su cuerpo.
Y así siguió su marcha solitaria amigándose con la nada por interés, un par de terrestres así lo llamaban:
“Mulita infiel”..., todas las noches un peludo.
“Calefón de campo”..., sin alcohol no funciona.
“Mosquito de manicomio”..., chupa como loco.
Chupín de bagres y rechifles de amargura apenas seducía y a cada saludo contestaba:
“mamá está loca”.
Juventud Pasa no ligaba, era simple y la complicaba
Por fin su romance lo plantó y floreció esta carta:
“Amor:
Nuestro suelo es aún violento, nuestro cielo es negro y los tiempos ligeros, un agudo silbido enredado en tu pelo pero los sueños van..., siempre van.
Hay abusos en la calle rozando los huesos, en la esquina una pila de muertos,
Hay sangre secándose al sol haciéndose barro en el rocío que se desliza entre piernas de TV, modas y el tren de otro.
PD: Pieles grises dibujé en el alquitrán mientras te esperaba.”
Se fue, corrió. Cuando sus lágrimas al fin el viento dispersó, JP buceó melodía y sus sentidos roncos en secreto murmuraron:
“Arrimá, vení, espiá por entre los edificios miranos qué chiquitos., Mirá qué lindo lugar cuan especial para las hormigas;
senti el tacto al comprar , el gusto de tomar , la forma de caer y no sentiste nada
gusta , toca , mira , a ver si te animás, a escuchar.
No puedo- corrió- pavura a la cana de sus palabras.
Chocó a la eternidad , ella, un sol, lo alzó y a su lecho lo invitó.
Allí halló Hombres,
hombres esperando a que los armen, matando, hombres construyendo, derribando, hombres simulando la confianza, disfrazando las palabras, hombres creyendo, hombres vendidos, hombres comprados, mucho hambre, mucho veneno. Hombres llegando a la luna, otros rajándole al sol, hombres trabajando, luchando, creando, soñando, señalando, hombres llorando, hombres cargando pesos pesados con el estómago vacío.
“Peleador el que discrepa y no se calla lo que queda”, - pensó- y como eco de preso en ese mismo instante recordó y en voz alta continuó...
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